San Juan Pablo II dijo a los trinitarios que teníamos "una larga historia que contar y un apasionante futuro que construir", porque pocas instituciones actuales tienen una historia con la tradición que la nuestra. Actualmente nuestra preocupación es seguir dando pasos de redención en todos nuestros lugares de misión que, como es lógico, en esa larga historia se han ido adaptando a las circunstancias de cada momento y junto al carima definen nuestro ser.
La Orden de la Santísima Trinidad y de los Cautivos (en latín Ordinis Sanctae Trinitatis et Captivorum) conocida también como Orden Trinitaria o Trinitarios, es una familia religiosa fundada por San Juan de Mata (1154-1213), con Regla propia aprobada por Inocencio III el 17 de diciembre de 1198, por medio de la bula Operante divine dispositionis. Desde los orígenes se ha considerado a San Félix de Valois, ermitaño en los bosques de la diócesis de Meaux, cofundador de la Orden. Es la primera institución oficial en la Iglesia dedicada al servicio de la redención con las manos desarmadas, sin más armadura que la misericordia, y con la única intención de devolver la esperanza a los hermanos en la fe que sufrían bajo el yugo de la cautividad. Es también la primera Orden religiosa no monástica y una de las principales órdenes religiosas que se extendieron por España y Europa durante la Baja Edad Media.
Con rasgos profundamente evangélicos, San Juan de Mata funda un nuevo y original proyecto de vida religiosa en la Iglesia que conecta la Trinidad y la redención de cautivos. Todo en esta Orden recuerda estos dos fines fundacionales: las casas de la orden son Casas de la Santa Trinidad y de los cautivos (Domus Trinitatis et Captivorum), y los religiosos son llamados desde el comienzao Hermanos de la Santa Trinidad. La Regla Trinitaria se convierte así en principio y fundamento de la Orden Trinitaria. Adaptada a través de ochocientos años por la tradición, y principalmente por el espíritu y la obra del Reformador San Juan Bautista de la Concepción, se desarrolla en las Constituciones actuales.
Pablo VI recordaba a los Trinitarios en 1975: "Vosotros ¿para que habéis nacido? Habéis nacido para la liberación de las personas, de las clases, de los ambientes que no gozaban de la libertad. Esto es signo, entonces, de que vuestra fórmula es no solamente superviviente de todas las mareas, de todas las tempestades de la historia pasada, sino que se afirma, se confirma con modernidad, con una actualidad que es verdaderamente digna de toda aprobación y maravilla por lo que vosotros representáis de historia y de pasado, y de esperanza y maravilla por lo que representáis de actual y de futuro".
La patrona principal de la Orden es desde tiempo inmemorial Nuestra Señora del Remedio (también llamada de los Remedios y del Buen Remedio). Fue San Juan XXIII quien confirmó en 1959 el patronazgo para toda la Orden y Familia Trinitaria.
Puedes encontrar una lista de los Ministros Generales de la Orden en el siguiente enlace:
El ambiente religioso de finales del siglo XII estaba imbuido en las cruzadas, que se habían convertido en seña de identidad de la defensa cristiana de los valores que comenzaban a formar la civilización occidental, frente a los valores musulmanes. En 1199, un año después de la aprobación de la Regla Trinitaria de Juan de Mata, Inocencio III proclama la Cuarta Cruzada, con el objetivo de retomar Egipto. Sin embargo cuando las tropas cristianas se disponían a embarcar en Venecia, el Dux envió un contingente contra los húngaros como acto de venganza personal y al resto contra el emperador Alejo III de Constantinopla, al que derrocó, lo que supuso el fin de los restos del Imperio de Oriente. El 12 de abril de 1204 pasó a la historia con la vergüenza del saqueo de Constantinopla por parte de los caballeros cruzados: miles de cristianos masacrados, entre ellos niños y mujeres, iglesias desvalijadas y saqueadas de reliquias, obras de arte, objetos litúrgicos, etc., que se llevaron como botín al centro de Europa, incluyendo el saqueo y destrozos en la basílica de Santa Sofía. Aquella cruzada fue todo un escándalo para la cristiandad, el mismo papa Inocencio III excomulgó a los caballeros cruzados, a los que no eran nobles, por supuesto.
Es en este ambiente de cruzadas y de odio entre religiones donde Juan de Mata y los primeros hermanos de la Casa de la Santísima Trinidad y de los Cautivos comienzan a movilizarse en torno a la misión que sienten como propia. Ya se habían dado en la Iglesia, especialmente en España, muchos episodios de intercambio y liberación de esclavos: Santo Domingo de Silos fue el gran libertador de cautivos cristianos en el norte de África durante el siglo anterior a la aparición de los trinitarios. Lo que diferencia a la empresa de los hermanos trinitarios es la voluntad de diálogo, de comprensión, de liberación mutua: Cristo nos libera a todos, cristianos y musulmanes. Poco tiempo después de conseguir la aprobación de la Regla Trinitaria, Juan de Mata recibe de Inocencio III una carta dirigida “al ilustre Miramamolín, rey de Marruecos y a sus súbditos” fechada el 8 marzo de 1199. Acababa de heredar el califato almohade marroquí Muhammad An-Nasir, hijo de Yusuf II al-Manşūr. El Papa llama al califa Miramamolín, que se ha tomado comunmente como nombre propio pero que es en realidad la latinización del árabe ”Amir ul-Muslimīn” ‘Príncipe de los Creyentes’. La carta justifica el empeño de Juan de Mata como una de ”las obras de misericordia que nuestro Señor Jesucristo encomendó a sus fieles en el evangelio…, la redención de cautivos”.
Unos hombres, entre los que se encuentran los portadores de esta carta, divinamente inspirados, han fundado hace poco una Regla y una Orden, por cuyos estatutos deben emplear, para la redención de los cautivos, la tercera parte de todos sus bienes, tanto de los que tienen actualmente como de los que podrán obtener en el futuro. Y como para cumplir mejor su propósito muchas veces resulta más fácil que sea liberados de las mazmorras de la cautividad por conmutación que por rescate, se les permite que puedan redimir cautivos paganos del poder de los cristianos que luego deberán ser conmutados para liberar cristianos. Y dado que la obra que hemos expuesto conviene tanto a los cristianos como a los paganos, hemos determinado comunicaros esto por medio de una carta apostólica. El que es camino, verdad y vida os inspire para que, conocida la verdad, que es Cristo, os apresuréis a llegar a Él cuanto antes. Dado en Letrán, el 8 de marzo, en el segundo año de nuestro pontificado. (Carta Inter opera misericordia de Inocencio III, papa. Reg. Vat, vol 4, f.148r-v)
Tanto en la Regla como en la carta del papa al rey de Marruecos destaca especialmente la práctica del intercambio o canje, y aquí adivinamos la mano personal de Juan de Mata, que personalizaba de este modo la visión que tuvo en su Primera Misa y que le llevó a la fundación de la Orden: la redención de Cristo llega a todos y para ello debe previamente materializarse la liberación de la persona. Podemos adivinar que no tuvo que ser nada fácil introducir esta idea en la sociedad belicista y antimusulmana de la época, pero ambos documentos nos confirman que el hermano Juan consiguió imponer esta importante cuña, no sólo con miras a los fines de la Orden, sino seguramente también a rebajar la tensión socioreligiosa del momento, recordemos el ambiente de desilusión general a causa del fiasco de la Cuarta Cruzada.
Sin embargo esta intuición estaba llamada a no durar demasiado, pronto los decretos papales y de los nobles cristianos que donan entusiasmados sus bienes y herencias a la nueva Orden, van olvidando la tradición del canje de cautivos en pro de las campañas de recogida de dinero. Urbano IV en 1263 en la bula Ad hoc ordo vester, afirma “Es cosa bien sabida que vuestra Orden, ya desde el comienzo de su saludable institución, volcó completamente sus afanes y su eficaz ayuda y empleó su labor para que los defensores de la fe cristiana, que, por reivindicar la injuria inferida a nuestro Redentor, exponiendo sus personas a los peligros de la muerte, eran apresados por los enemigos de esa misma fe y retenidos en sus cárceles como rehenes, fuesen rescatados, en honor del mismo Redentor, con los bienes de dicha Orden.” Pero la práctica del canje no se dejó nunca, siguió constituyendo un signo de identidad de la Orden y algunos mandatarios en siglos posteriores incluso la preferían frente a la colecta de fondos.
En 1682 los redentores españoles Miguel de Jesús María, Juan de la Visitación y Martín de la Resurrección dieron la libertad a 211 cautivos, recogidos en Mequínez, Fez y Tetuán, y rescataron a su vez 17 imágenes sagradas (15 esculturas y dos cuadros) que estaban en las mazmorras musulmanas, una de ellas adquirió gran fama una vez llegó a España, al adoptarla los reyes, y particularmente la casa ducal de Medinaceli, como especial protector: Jesús Nazareno Rescatado. Para el rescate de las quince imágenes, el rey de Fez exigió el canje de quince moros cautivos en Ceuta y Málaga, los trinitarios pagaron por los moros y los enviaron a Fez, consiguiendo así la redención de las imágenes.
En varias ocasiones quienes se intercambiaban por los cautivos cristianos eran los mismos religiosos. En el siglo XVII recorrió España como la pólvora la noticia de los trinitarios Bernardo de Monroy, Juan del Águila y Juan de Palacios, que murieron en las mazmorras de Argel después de pasar varios años esperando su liberación, tras haber liberado a su vez a un buen número de cautivos. El mejor resumen de este heroico canje lo hace Miguel de Cervantes en su novela La española inglesa (1613):
Trujéronnos a Argel, donde hallé que estaban rescatando los padres de la Santísima Trinidad; hablélos, díjeles quién era; y movidos de caridad, aunque yo era extranjero, me rescataron en esta forma: que dieron por mí trescientos ducados, los ciento luego, y los doscientos cuando volviere el bajel de la limosna a rescatar al padre redentor, que se quedaba en Argel empeñado en cuatro mil ducados, que había gastado más de lo que traía, porque a toda esta misericordia y liberalidad se extiende la caridad de estos Padres, que dan su libertad por la ajena y se quedan cautivos por rescatar cautivos. (Cervantes, M., Novelas Ejemplares, Espasa Calpe, Madrid, 1985, 279)’
Es ampliamente conocido el rescate más famoso que los trinitarios realizaron en toda su historia: el 19 de septiembre de 1580, Fr. Juan Gil, Redentor General, consiguió reunir los 500 ducados de oro exigidos por el rey de Argel para liberar al cautivo Miguel de Cervantes Saavedra, que después ganaría fama como escritor. El rescate se completó gracias al dinero que dieran su madre y su hermana, que se completó con fondos de la Tertia Pars de los mismos trinitarios y limosnas pedidas a los mercaderes cristianos de la ciudad.
Junto a la obra redentora, los trinitarios ejercen una importante labor de mediación y diálogo con el mundo musulmán. El hermano trinitario es en sí mismo un signo de diálogo y mediación, no se deja nada al azar, su presencia personal: cabalgadura, hábito, cruz trinitaria, así lo demuestran. Entre las menciones documentales de trinitarios como mediadores destaca la bula del papa Gregorio X en 1272 en la que relata cómo por mediación de un hermano de la Orden de la Santa Trinidad de la Casa de San Juan de Acre, el sultán de Egipto había mandado liberar a las mujeres cautivas con sus hijos, apresados todos ellos en los pueblos cercanos y en las costas de Italia, si bien posteriormente el mismo sultán revocó el mandato de liberación de los niños para así impedir un futuro ataque cristiano.
¿Cuántos cautivos rescataron los trinitarios?
Es una buena pregunta pero nada fácil de responder al ser muy poca la información de la que se dispone, sobre todo en los siglos XIII, XIV y XV, e incompleta del siglo XVI. En ese período de las provincias de Francia sólo se han podido registrar diecisiete redenciones desde 1198 a 1544, y no se conoce el número de cautivos en nueve de ellas, en una del resto se rescataron 204 y en las otras siete una media de 50 por expedición. Casi nada se sabe de las redenciones de la Provincia de Castilla en los siglos XIII y XIV. Desde 1404 a 1546 se conocen veinticuatro redenciones, y de ellas se desconoce el número de rescatados en catorce, en las otras diez se liberaron 7.445 cautivos. También se desconoce el número de redenciones realizadas por las dos provincias de Inglaterra y Escocia hasta que fueron suprimidas en el siglo XVI. No se tiene noticia de las redenciones de la Provincia de Aragón durante los tres primeros siglos, después su actividad redentora fue prácticamente nula, obstaculizada por el monopolio que ejercían los mercedarios aragoneses. De la Provincia de Portugal son pocas las noticias en ese mismo período de tiempo; desde 1461 a 1557 los reyes les prohibieron realizar rescates, y sólo a partir de 1558 conocemos las redenciones efectuadas. Según el estudio exhaustivo realizado por el historiador trinitario fr. Bonifacio Porres este sería un buen resumen de las redenciones realizadas y cautivos liberados, si bien ya sabemos que incompleto:
Actividad Redentora de la Orden
Provincias o naciones
Período
Redenciones
Cautivos
Francia
1198-1544
17
254
Castilla
1404-1546
24
+7.445
Francia
s. XVII
19
1.155
Francia
s. XVIII
20
1.405
Descalzos de Francia
s. XVII
5
170
Castilla y Andalucía
1580-1769
34
6.818
Portugal
1558-1778
42
8.634
Descalzos de España
1625-1769
24
4.865
Descalzos de Italia
1706-1793
27
607
Descalzos de Polonia
1688-1770
15
444
Descalzos de Austria
1691-1783
31
3.923
Puede encontrar una lista completa de los Redentores Trinitarios en el siguiente enlace:
“Signum Ordinis” o Mosaico de Santo Tomás in Formis
El símbolo que San Juan de Mata quiso dejar para todos los trinitarios es la representación de la visión que tuvo durante la celebración de su primera Misa, y que le animó a comenzar su misión como trinitario.
Cuenta la tradición que cuando Juan de Mata celebraba su primera Misa, al elevar la vista tuvo una visión que representaba a Cristo con dos cautivos a sus lados, uno blanco y otro negro, en actitud de liberarlos. Juan de Mata no pudo olvidar nunca esta imagen y la mandó poner en la fachada de la Casa de la Santísima Trinidad de Roma (Santo Tomás in Formis), donde aún se encuentra. Encargó el mosaico a dos de los mejores artistas de Roma y desde entonces ha sido el signo y el sello de todos los trinitarios, es lo que pone a su alrededor: Signum Ordinis Sanctae Trinitatis et Captivorum (Signo de la Orden de la Santísima Trinidad y de los Cautivos).
La imagen representa a un Cristo Pantocrator sentado que toma de la mano a dos cautivos situados a cada uno de sus lados, en actitud de intercambiarlos y liberarlos. El cautivo de su derecha es blanco y sostiene un estandarte con la cruz trinitaria en su extremo, sus cadenas llegan hasta el trono en que se sienta Cristo, su mano derecha está caída, lo que significa sumisión y respeto, y su mirada se dirige directamente a Cristo.
A la izquierda de Cristo hay un cautivo negro, el modo en que en esa época se representaba a los infieles y a los musulmanes. El extremo de sus cadenas lo toma con su propia mano, representando que es cautivo de sí mismo, de sus ideas, la mano que coge Cristo está levantada y su mirada se fija en la tierra, simbolizando que no conoce a Cristo o que se resiste a él.
Lo más sorprendente de este mosaico es que Cristo toma por igual a un cristiano y a un musulmán y libera a ambos. Puede se que esto hoy no nos llame la atención, pero es que estamos hablando del siglo XIII, cuando en plena cruzada un hombre llegado de Francia se atreve a colocar en la calle, a excasos metros de la sede del Papa de Roma (San Juan de Letrán), un gran mosaico en el que Cristo se acerca por igual a un cristiano y a un musulmán, a un blanco y a un negro.
La cruz trinitaria
Pero, tal vez el símbolo trinitario más universal es la cruz trinitaria, representada en miles de lugares de todo el mundo y que fácilmente nos asocia al carisma redentor de la Orden de la Santísima Trinidad. A lo largo de la historia ha tenido múltiples representaciones pero manteniendo siempre la unidad de los tres colores que la hacen característica: blanco, rojo y azul.Son también muchas las explicaciones que se han dado a esos colores, desde las simples que los asocian a cada una de las personas de la Trinidad a las más teológicas que quieren descubrir en la cruz trinitaria un icono-resumen de la historia de la salvación. Lo cierto es que ninguna de las explicaciones se ha impuesto a las otras, seguramente porque de este modo la cruz trinitaria puede seguir siendo un signo de liberación.
Cuando los trinitarios liberaban a los cautivos les imponían un pequeño escapulario con la cruz trinitaria. De este modo era más fácil diferenciar los liberados de los que aún no lo habían sido. Al mismo tiempo era todo un símbolo de los que quedaban “marcados” o “comprados” por Dios Trinidad para ser definitivamente libres en él. La mayoría de los cautivos liberados no se volvían a quitar ese escapulario en toda su vida, para así recordar mejor a Dios que había ido a buscarles en las mazmorras del horror y a los frailes trinitarios que sirvieron de manos de Dios, esos mismos frailes que llevaban también siempre sobre su pecho la cruz tricolor y con ello pregonaban a todos que Dios nos ama hasta el extremo.
Seguro que todos conocemos alguna imagen de Jesús Nazarano Rescatado, al que se dan muchos nombres según el lugar. Todas son copias hechas a lo largo de los siglos por los trinitarios a imagen de la que se custodia en Madrid, muy cerca del Museo del Prado, en la iglesia de Jesús de Medinaceli. En 1682 los trinitarios, una vez liberados todos los cautivos de Fez (Marruecos), encontraron algunas imágenes religiosas que habían sido también capturadas y estaban en las mazmorras, pagaron el precio que pidieron por ellas y les impusieron el escapulario con la cruz trinitaria, como de unos cautivos más se tratase. De las tres enseguida se hizo más famosa la imagen de un Cristo Ecce Homo, con las manos atadas, la mirada baja, que representaba el momento en que Poncio Pilato presentó a Jesús al pueblo. Pronto se conoció esta imagen como Jesús Rescatado y se llevó a Madrid, donde sigue recibiendo la visita de miles de fieles cada día. También se convirtió en símbolo de que Cristo bajó a todos los infiernos de esta tierra para compartir nuestros mismos padecimientos, por eso en todas las iglesias de los trinitarios hay una imagen de Jesús Rescatado con el escapulario trinitario.
A partir de la reforma colectiva que supuso para la Iglesia el Concilio Vaticano II, en la Orden Trinitaria se inicia un fuerte proceso de renovación, de búsqueda de la propia identidad, de recuperación del carisma del fundador y de respuesta a los signos y a los retos del último cuarto del siglo XX.
Las nuevas Constituciones, aprobadas por el capítulo general de 1983 y confirmadas por Roma en 1984, recogen y traducen el carisma fundacional, plasmado en la Regla, a la nueva situación histórica y a sus retos, definiendo los elementos esenciales de la identidad trinitaria:
la unidad originaria, carismática, de mística trinitaria y servicio de redención y misericordia. La Santísima Trinidad como fuente de la caridad que se traduce en el servicio de la redención y misericordia: “Gloria a la Trinidad y a los cautivos libertad”.
la vivencia de la Trinidad sintiendo la vocación trinitaria como llamada a ser signos del misterio del Dios cristiano dando testimonio personal y colectivo de que el Dios de Jesús es amor, libertad, comunión, Trinidad, el Dios de los hermanos en cautividad.
el servicio de liberación realizado en formas diversas: escuchando las nuevas cautividades desde donde vuelven a oírse los gemidos que llegaron al corazón del fundador.
La Orden Trinitaria, junto con toda la Familia Trinitaria, celebró, del 17 de diciembre de 1998 al 17 de diciembre de 1999, el VIII Centenario de su Fundación (1198-1998) y el IV Centenario de la Reforma (1599-1999). Ochocientos años de historia de un proyecto evangélico propio iniciado en la Iglesia a finales del siglo XII por el francés Juan de Mata.
En su primera misa Dios le muestra su voluntad: ve a Cristo redentor manteniendo en sus manos a dos cautivos. Dios le quiere dedicado a la obra de la redención de los cautivos: ofrecerá a la Iglesia un carisma evangélico nuevo cuyos elementos esenciales se definen en los términos: Trinidad y Redención. Sus miembros se llamarán “hermanos de la casa de la Trinidad”, se dedicarán a las obras de misericordia, y de modo especial al rescate de los cautivos cristianos, a cuyo fin destinarán la tercera parte de todos sus bienes.
En otras secciones de este web podrá encontrar más información sobre la espiritualidad y el apostolado de nuestra Orden.
La Orden de la Santísima Trinidad y de los Cautivos está hoy dividida en seis provincias religiosas, tres vicariatos y una delegación, presente en: Italia, España, Francia, Austria, Polonia, Estados Unidos, Canadá, México, Puerto Rico, Colombia, Brasil, Perú, Bolivia, Chile, Argentina, India, Corea del Sur, Arabia Saudí, Madagascar, Camerún, Gabón y Congo.
Al celebrarse el 110º Capítulo General de la Orden en Madrid, del 19 de mayo al 2 de junio de 2013, se presentaron las siguientes estadísticas: 621 religiosos profesos solemnes, de los que 407 son sacerdotes; 103 casas trinitarias en 22 países.
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